¡Hola a tod@s!
Comienza hoy mi aventura en este espacio que he decidido empezar a construir para contaros mis impresiones de librera y mis pensamientos de lectora. Es que en mi vida los libros han sido una constante ya antes de volverse parte de mi trabajo. Desde los cuentos de hadas, los clásicos hasta las novelas contemporáneas, no ha habido una etapa de mi vida sin que algún libro estuviese ahí, en mi mesita de noche, en mi bolso, en mi toalla en la playa, en mi maleta. Una puerta, además de tamaño y peso muy razonables, siempre medio abierta a mi lado, para deslizarme de vez en cuando entre sus páginas y esconderme un buen rato.
Siempre es un buen momento para una buena historia, para contársela a un@ mism@ o a alguien más. Solo hacen falta ganas de escuchar. Un buen reto para nuestra sociedad, ¿no? Por suerte es algo que se puede aprender, sobre todo de pequeñ@s. Tal vez por eso me hizo tanta ilusión empezar a trabajar en una librería infantil. Al fin y al cabo, es allí donde empieza la magia, donde todas esas puertas quedan cerradas hasta que alguien decida darles una posibilidad y dejarse llevar. Poético, ¿verdad?
De todas formas, he tardado poco en darme cuenta de que mis client@s más que niñ@s, son padres, madres, familiares en general, o incluso amig@s. Es decir, adult@s, que muchas veces vienen buscando un libro "que por fin le enganche a la lectura, porque es que no le gusta para nada". Como si no fuera posible que a alguien, simplemente, no le guste leer. O al menos, resulta sorprendentemente difícil de aceptar.
Es curioso, ¿no? La voluntad de educar a la lectura resbala peligrosamente (sin querer es evidente) sobre la obligación a la lectura. Como si fuera imprescindible para ser considerad@ no inteligente, cuidado, más bien un o una intelectual. Aún no tengo claro por qué sea tan importante serlo, sigo investigándolo y prometo manteneros al tanto. En sinceridad no recuerdo si ya existía cuando yo era pequeña, pero seguramente hoy, por suerte, que quede claro, se habla mucho más de literatura infantil y aun así no estoy del todo segura de que haya más niñ@s lector@s. Seguramente hay menos en las librerías. Y eso no lo entiendo. ¡Si el objetivo de la educación a la lectura es ayudar a l@s niñ@s a construir una relación entre ell@s y los libros! Tengo entendido que el primer estadio de cualquier relación es el físico: ¿acaso no vale lo mismo con los libros?
Con el tiempo me hecho la idea de que esto va más allá de mi trabajo, básicamente porque es algo que ocurre fuera de la librería, antes de pensar en pisarla. Tiene que ver con qué es un libro, antes que para l@s niñ@s, para sus familias y, por ende, para la sociedad en la que viven, en la que vivimos.
La pregunta que me pongo como librera, entonces, no es cómo podemos hacer para que leer guste a l@s niñ@s, si no más bien ¿Cómo podemos hacer para que no acaben odiándolo? La mía es una simple invitación a la reflexión y por eso os propongo, a l@s adult@s, este manifiesto de Gianni Rodari en el que, en mi opinión, se encuentran más de una respuesta (a más de una pregunta de las hasta aquí, directa o indirectamente, planteadas).
Quiero entonces que este manifiesto sea el punto de partida para este blog, que va de qué son los libros hoy y de qué podemos hacer con ellos.
En mi opinión, son ocasiones para evadir (como ya he dicho) y aprender: a reflexionar, sí, pero también a sentir y a comunicar. Por eso confirmo, ¡siempre es la hora de los libros! Pero la relación entre libro y lector o lectora es algo muy íntimo y personal, que no podemos forzar ni dirigir. Cada persona necesita su tiempo y su libro, para empezar. Hay que respetar ambas cosas y no solo como librer@s. Puede que haya más tiempo y más libros o puede que será un solo libro en ese único momento. No hay una actitud correcta hacia la lectura, tal vez es algo que hayamos olvidado cuando nos hemos convencido de que la de la lectura es una actividad de un único sentido que no surge de ninguna relación.
Sin embargo el placer de la lectura reside, ante todo, en disfrutar de una bella historia, en el sentido más amplio de belleza posible. Esto un@ lector@ lo aprende con el tiempo, a través de su propia relación con los libros, desde el primer álbum ilustrado hasta la más cruda novela negra. Un@ librer@, en cambio, lo sabe y tiene el deber de seguir guiando a sus lector@s en la búsqueda de esa belleza.
Hasta aquí mi primer post. Una premisa, espero agradable, de lo que voy a escribir a partir de ahora.
¡Hasta el siguiente!
iscritta?!
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