Antes de trabajar en una librería infantil creía que los cuentos debiesen solo fomentar la imaginación, hacer vivir aventuras, enseñar lugares, culturas, posibilidades desconocidas, abrir la mente. Sigo pensándolo, desde luego, pero he descubierto que detrás de un libro hay mucho más que eso.
Para empezar, me he enterado de cuánto los adultos entramos en crisis por ciertas preguntas de l@s niñ@s. Sin embargo, ya a partir de los 3 años hacen preguntas a las que cuesta bastante contestar, sobre todo cuando perciben que algo fuerte está pasando o ha pasado en su entorno, afectando a quienes les rodean . Pues, a veces un libro puede servir como una herramienta, puede enseñar palabras para expresar algo que antes no sabíamos, puede regalar la posibilidad de comunicar ( y no solo a l@s niñ@s, más bien con ell@s).
En el último año y medio, también debido a esta nueva forma de vivir y de "con-vivir" con l@s demás, a menudo me llegan a la librería padres y madres preocupad@s que no saben cómo abordar temas como el de la muerte o de la ausencia de un ser querido.
¿Por qué una persona cercana, querida, un día desaparece de nuestra vida y no volveremos a verla?
¿Qué pasa si una enfermedad poco a poco transforma a alguien que conocemos hasta consumirlo y, por fin, apagarlo?
¿Qué es la muerte y cómo sabemos que no estamos a punto de morir?
¿Dónde vamos cuando morimos, en qué nos volvemos, cuándo pasa y por qué?
Las preguntas son múltiples y parece imposible encontrar una respuesta que no sea falsa, pero tampoco demasiado cruda, satisfactoria, pero no detallada, reconfortante, pero no disfrazada.
Un lío también para quienes, como yo, en principio solo se dedican a vender libros.
Pero vamos con orden. Primero, centrarse en la pregunta ayuda a mejor definir cuál es el origen de la inquietud: saber qué puede causar la muerte, si existe de un lugar al que ir cuando se muere, el dolor por una pérdida, la preocupación por alguien que no está bien y etc...
Es importante, tanto para mí como librera como para l@s papás y mamás, saber por dónde empezar para ir escogiendo la mejor opción. Teniendo eso claro, el siguiente paso es tener cuidado. Porque cuando un@ niño hace preguntas lo que se espera no es un libro que le de una respuesta. Intento siempre dejarlo muy claro, porque mi trabajo tampoco es vender la solución (o la respuesta) a una cuestión. El libro puede abrir paso, introducir un tema y proponer una lectura. Pero hay que tener en cuenta que también puede hacer que surjan nuevas preguntas, nuevas dudas, nuevas inquietudes. Es decir, la respuesta reconfortante deberá llegar siempre de l@s padres/madres, no del libro.
Bien, entonces la pregunta que siempre pongo a mis client@s es: ¿cuál es la respuesta que os gustaría transmitir?
A partir de aquí ¡empieza mi trabajo!
La cantidad de libros disponibles hoy en el mercado para tratar una temática tan delicada es sorprendente y, en mi opinión, no existen libros mejores que otros. Es una cuestión de necesidades y de gustos y sería imposible incluir todos en un único post. Me gustaría entonces empezar por la familiarización con la idea de la muerte, un proceso que a través de los libros puede ayudar a establecer un diálogo y también a construir nuevos puntos de vista. Los seis libros que os presento aquí abajo tratan de formas muy diferentes de hacer que la idea de la muerte, del fin de la vida, entre en la conciencia de l@s niñ@s de forma explícita. Porque si ya a partir de los 3 años esa idea existe en nuestra cabeza de forma implícita (por ejemplo cuando jugando se exclama "¡Te he matado!", "¡Has muerto!" etc..), comprenderla y convivir con ella puede ser muy complicado, sobre todo cuando entra en contacto directa o indirectamente con nosotr@s o con nuestros seres queridos.
No soy partidaria de poner una edad recomendada para los libros a priori, es muy difícil definir la edad exacta para la lectura de un libro, así que las que he indicado sirven solo como orientación, en sentido absolutamente no estático. Cada niñ@ es un mundo, como cada libro.
Estos dos cuentos son accesibles ya a partir de los 4 años y tratan situaciones muy específicas, en cuanto los protagonistas son miembros concretos de la familia y sus muertes vienen descritas a través de una perspectiva totalmente infantil.
La isla del abuelo nos lleva a vivir una aventura con Leo y su abuelo en una fantástica isla exótica. Aunque al final del viaje Leo tendrá que decirle adiós a su abuelo, que se quedará en la isla, siempre se les quedarán los recuerdos de sus aventuras y sabrá que él, ahora, está en un lugar maravilloso.
La abuela durmiente, en cambio, describe con ternura e ingenuidad los cambios que algunas enfermedades producen antes de la llegada de la muerte, representada como un sueño sin sueños, tranquilo y sereno. [Cuidado con estos libros, pueden ser muy útiles para ayudar a l@s niñ@s a entender lo que está pasando o que acaba de pasar,en un contexto específico, pero también pueden conllevar muchas preguntas, sobre la probabilidad de perder más seres queridos o sobre el lugar en el que se va cuando se muere, entre otras.]
He conocido estos dos libros gracias a una compañera que trabajaba como payasa voluntaria en un reparto infantil de un hospital. Pero también tienen en común el hecho de que sus protagonistas no son seres humanos, algo que puede resultar muy útil para limitar la identificación y reducir la presión hacia el tema. En el caso de
El pato, la muerte y el tulipán no creo que se pueda definir una franja de edad específica a la que se dirija: el pato protagonista descubre un día esa extraña presencia, la muerte, que le sigue paciente y sabe que, al final, se la llevará consigo. De forma muy sutil y para nada angustiosa el libro describe cómo el pato se acostumbra a la presencia de la muerte sin temerla y cómo, inevitablemente, al final del cuento la muerte coge entre sus brazos el cuerpo sin vida del pato para dejarlo fluir en un río. Y la vida sigue adelante. En cambio,
El árbol de los recuerdos perfectamente proponible ya a partir de los 5 años, es la historia de un zorro muy cansado, que después de una vida larga y feliz se duerme en el bosque, para siempre. Los otros habitantes del bosque, que la echan de menos, poco a poco encuentran consuelo en los recuerdos que guardan del zorro y, compartiéndolos, dan vida a una planta, justo donde yacía el cuerpo del zorro. Una planta que se convierte en árbol, con raíces fuertes en el suelo y ramas que suben hasta el cielo(una metáfora no casual). [En estos libros ya no está la percepción infantil en el centro de las historias, si no que se explora la conciencia de la muerte, la aceptación de ella por parte de un@ mism@ y la paz con la que, junto con la tristeza desde luego, se puede enfrentarse a ella.]
Esta pareja de libros,
Soy la muerte y
Soy la vida, generalmente recomendados a partir de 6 años, acompañan a l@s lector@s a descubrir los seres vivientes, describiendo las etapas que desde el nacimiento, a través del crecimiento, los llevan finalmente a la muerte, una etapa natural más de la que son conscientes desde el principio. Además de las ilustraciones maravillosas y la poesía en el texto, me ha asombrado la delicadeza y la firmeza con la que pasean entre miedos y dudas que rodean tanto la vida como la muerte, transmitiendo una insólita serenidad. Personalmente, recomiendo la lectura de ambos a la vez, no necesariamente en un momento crítico o relacionado con una pérdida. [El mensaje que tratan de transmitir es que hay una continuidad entre vida y muerte, que conviven y se suceden constantemente transformando los seres vivientes, todos, tal y como su naturaleza ha predispuesto. Creo que responden más bien a preguntas esporádicas sobre el ciclo de la vida, no tratan de enseñar un estado de ánimo en concreto, al contrario, proponen una visión general.]